Pedro Segundo Tavacca

domingo, 6 de enero de 2013

HACIA UNA NUEVA ERA



HACIA UNA NUEVA ERA
A pesar de los hechos a veces desagradables que ocurren en el mundo, a los fines de brindar optimismo y fundada opinión, diremos que la profunda realidad de los hechos demuestra que estamos ingresando lentamente a una nueva era mundial, jalonada por inimaginables descubrimientos científicos los cuales han venido de la mano de una mutación de la mentalidad humana que ha reemplazado la aceptación de creencias y hechos supuestos, de cualquier índole que fuera, por un unánime anhelo para ver las cosas tal cual son y no como se nos sugería que las aceptáramos, liberándonos en muchos casos de un enfermizo temor. Eso ha generado como consecuencia múltiples acontecimientos mundiales encaminados a remover regímenes gubernamentales autoritarios vigentes desde largo tiempo atrás, basados en vetustas y perimidas normas, como así también han hecho tambalear ancestrales negativas tradiciones. Es oportuno comentar que en los E.E.U.U., sostenedores de las más cruentas guerras, en pos de la libertad individual se venden armas libremente amparándose en las normas que sustenta la “Asociación nacional de portadores de armas” que preconiza su uso porque se considera a ese hecho respaldado por la justicia y la razonabilidad moral, lo cual aparentemente no es así. La tenencia de armas lleva implícita su utilización que por supuesto no es un acto afectuoso o amigable basado en la buena voluntad, sino que por el contrario es generador de violencia. La Ley de Causa y Efecto vigente en el Cosmos, en salvaguarda del libre fluir de la evolución humana detiene todo lo que a ello se oponga haciendo recaer el daño que se genera a otro, sobre el mismo que lo ejecuta para detener así su continuidad y perjuicio consecuente.
Lo que ocurrió en ese país últimamente en la escuela primaria de Sandy Hook, como lamentable epílogo de varios hechos anteriores similares, preocupando y desconcertando a las más altas autoridades de ese país nos demuestra que las causas de muchos acontecimientos quedan fuera de nuestro conocimiento, alcance e interpretación y deben hacernos reflexionar sobre el camino adecuado y justo que debemos recorrer. Sin ninguna duda siempre les compete una gran responsabilidad a los gobernantes, de ahí que los filósofos griegos expresaran que ellos eran los que debían gobernar porque conocían profundamente la solución a todos los problemas, ya sean políticos, económicos o sociales. La falta de capacidad de los gobernantes, agravada por la vanidad que a veces los caracteriza no les permite apreciar que es fundamental brindar al pueblo la más esmerada educación que es la base en la que se sustenta la prosperidad de los pueblos en todos los niveles. Por ese camino se puede ir logrando progresivamente la armonía social sin necesidad de fundar más cárceles ni  recrudecer la calidad de los castigos a los que delinquen. Gobernantes y gobernados, obrando con mesura y equilibrio, pueden coadyuvar a que la humanidad ingrese en la nueva era en condiciones de gozar de los beneficios que la misma pueda depararle. El libre albedrío nos permite efectuar la elección.

Pedro S. Tavacca



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