Pedro Segundo Tavacca

miércoles, 27 de abril de 2011

EL AUTOCONOCIMIENTO (I) - en you tube -



EL AUTOCONOCIMIENTO (I)

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“El aspecto externo de la constitución humana puede estudiarse por medio de métodos externos, pero el conocimiento de su organismo invisible sólo se alcanza por introversión y estudio de si mismo; por tanto, el más importante consejo que hemos de darte es APRENDE A CONOCER TU PROPIO YO”.
(7ª Carta de los Maestros Rosacruces)

Esta afirmación encierra significativas derivaciones.
Una de las más importantes consiste en que los conflictos que se suscitan en las complejas relaciones humanas se derivan del inadecuado manejo que hacemos de nuestras emociones y  convicciones, en pocas palabras de nuestra estructura psicológica. Nos resulta muy fácil adjudicar la culpabilidad de los conflictos a los demás sin reparar en que a cada uno nos corresponde una porción mayor o menor de culpa. El autoconocimiento puede permitirnos darnos cuenta de nuestras falencias y sobre todo aprender a manejar las facetas emocionales que tanto nos perturban, tales como tristeza, pena, depresión, temor y así podríamos continuar una enumeración interminable. Sobre todo llegaremos también a darnos plena cuenta del mal que siempre aquejó al mundo suscitando infinidad de conflictos, cual es el egoísmo del cual ningún ser humano está inmune. Estas modestas publicaciones están encaminadas a efectuar un modesto aporte sobre una cuestión que merece un particular tratamiento merced a la proximidad de la Era de Acuario, que merced a la influencia de Urano está exigiendo a la humanidad cambios de posturas en múltiples aspectos.
Esperamos que con la intervención de todos los interesados en el tema podamos arribar a algunas coincidencias porque hay mucha inquietud al respecto.

¿Qué significa conocer?

Suelen mencionarse, quizás no muy a menudo, las palabras “conocimiento de uno mismo” o “autoconocimiento” pero no es común que se tenga una clara noción de lo que ellas significan. Tal hecho es lamentable porque se vinculan con un accionar que es fundamental en la vida humana. Es necesario aclarar de antemano que significado pretendemos adjudicar al verbo “conocer”.
Comencemos aceptando que se trata de disponer de una clara noción de la naturaleza y cualidades de algún hecho, cosa o idea. En este caso nos estamos refiriendo al hecho de auto conocerse psicológicamente. En una persona catalogada como anormal, este quehacer escapa en gran medida a sus posibilidades, pero para una persona normal está a su propio alcance y puede ser llevado a cabo sin auxilio externo. Es lo que se intentará considerar a lo largo de estas líneas. Apelando a un ejemplo de lo que significa conocer algo expresemos que si alguien tiene la intención de adquirir una casa ya construida que se adapte a sus necesidades, lo primero que tiene que hacer es conocerla por dentro para verificar si las comodidades se adaptan a sus requerimientos. En cierta medida ocurre algo similar con el conocimiento de nuestra esfera psíquica a la cual debemos observar en que estado se encuentra, con la mayor imparcialidad y precisión.

Que trae el egoísmo

Como se decía es el mal que siempre aquejó y sigue aquejando a la humanidad y puede estar causando más víctimas que todas las enfermedades en su conjunto. El egoísmo es el inmoderado y excesivo amor que se tiene de si mismo y que hace atender desmedidamente al propio interés personal. Digamos que es lo que nos mueve a todos y cada uno de los seres humanos, en mayor o menor medida, aunque algunos pocos personajes demostraron una notable expansión de conciencia al ocuparse más de los problemas ajenos que de los propios como en el caso de la Madre de Calcuta y el Mahatma Gandhi. En el caso de personas de poca evolución espiritual lamentablemente ocurre todo lo contrario porque aplicando su egoísmo pueden perjudicar al prójimo valiéndose de su poder económico, político o mediático. Lamentablemente el egoísmo puede amalgamarse con el egocentrismo que es una exagerada exaltación de la propia personalidad, hasta considerarla como centro de atracción y esa simbiosis hasta puede enquistarse en las llamadas instituciones espirituales que casi invariablemente caen en la autodestrucción porque los que las manejan, aunque parezcan dotados de cualidades poco comunes, no practican la terapia preventiva que es el autoconocimiento. De ahí que el ansia de poder de los dirigentes de turno con sus manejos inadecuados va generando el desorden, que es agravado con el accionar de los que se creen críticos salvadores y sólo incrementan el caos en la institución. A menudo no se tiene en cuenta que el afecto tiende a solucionar todos los problemas humanos. El autoconocimiento es la llave que puede abrir esa puerta y ese tema merece ser tocado reiteradamente.
Esto nos hace llegar a la conclusión de que el nivel psíquico-espiritual, resultante del conjunto, depende de las condiciones personales de sus integrantes.
Prioridad del autoconocimiento Lo que se está comentando para algunos puede ser el aspecto de una moda intelectual con la cual no debe perderse el tiempo porque algunas creencias o prácticas pueden resultar más productivas. Sin embargo en antiguas logias esotéricas se leía en sus frontispicios la leyenda “Conócete a ti mismo” lo cual es razonable desde todo punto de vista. Para cada uno puede resultar acertado el rumbo que ha tomado en su vida, pero es demasiado riesgoso hacer afirmaciones con validez total y absoluta porque siempre estamos en condiciones de ver más allá de lo que actualmente está a nuestro alcance. Una postura acertada es tener un pleno convencimiento de que cada uno es responsable de su destino, tanto cuando se habla de aciertos como de errores y las respuestas se encuentran mirando dentro de si mismo, para ver que es lo que estamos generando. Sufrimos porque nos equivocamos y nos equivocamos porque nuestras decisiones no están avaladas por un conocimiento cabal de sus objetivos y sus posibles consecuencias. La claridad interior es la que nos conducirá por el camino adecuado. Más adelante procuraremos bosquejar como puede efectuarse el autoconocimiento al vincularlo con todas las contingencias que nos depara la existencia, de cualquier tipo que fuere.

Pedro Segundo Tavacca


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